
me miro en un espejo de puyas,
que dejo el tiempo,
coronando de silencios,
los salmos de mi doctrina,
de esperantos y llantos,
que no tienen cabida,
en la coyuntura de mis deseos,
tacito y latente.
se cobija mi corazon puerilmente,
ademanes de salir corriendo,
colina abajo,
y entre sueños,
surcar los labios,
consagrados al destino eterno,
caer en un bosquejo,
de los que dicese se llaman aletargados,
perdida,
en connotaciones sin salida.
como el conejo de alicia en su madriguera,
intento escapar atarantada,
por tanta palabra que se quiebra,
escaleras tubulares,
que a mi paso se acordonan,
sin salida,
solo de subida y no de bajada,
tras contemplar una bella noche estrellada,
todo es el reflejo,
de la quietud del mantra del deseo,
de anhelar los imposibles,
de acallar la llama fulgurante de mis besos,
de lacerar mi vida,
acotada de heridas,
de asirme al llanto y el desconsuelo,
de volar lejos,
donde no pueda ser alcanzada,
ni mis alas de hada o de gaviota,
puedan ser dañadas....MARIA


Se extrañaban tus bellos poemas, María, y este es particularmente especial, porque me toca muy dentro, he sentido todo esto que pones en palabras, y lo entiendo, espero que encuentres esa tranquilidad para ser feliz, que te lo mereces.
ResponderEliminarMil besos.
"...de volar lejos,
ResponderEliminardonde no pueda ser alcanzada,
ni mis alas de hada o de gaviota,
puedan ser dañadas"
Sí, querida amiga, así nos sentimos muchas veces... y tu las sabes escribir en poesía
abrazos cálidos
precioso María.. como todo lo que escribes..
ResponderEliminarun beso de brujilla