un paseo por mi corazon...

Desembarco en las ansias de mi alma, de deambular en noche agonizante, de deseos.
La ciudad se postra a mis pies recios, varados en la orilla de mi corazón, desecho en alegrías.
Todo esta conjugado con el tiempo y la nostalgia, que a su paso, me espera, suplica y calla, mas desespera.
Me recojo en aposentos de rico lino, de almohadones, cual nubes son del cielo, creación,
En la balconada que da a la calle, se divisa el clamor de un barco a lo lejos,
encaramado a la mar y sus locuras.
Muros leprosos de indudables solturas de letargos, de silencios rotos, desvencijados por el tiempo.
Una bombilla semi desnuda, alumbra mis aposentos, vacíos de amor, pues son sueños dormidos, en divanes de otros tiempos.
La noche desgrana parafraseando palabras dormidas, un tanto aletargadas, son del nido de la conciencia que nos atrapa.
Ecos de porcelana, un tanto oxidada por los raíles del tren, de una mirada,
desmembradas las letras,`perdidas en una carta de amor olvidada.
La duermevela ha caído, por el fondo raído de la memoria rancia, de un sueño oprimido.
La lluvia caída en la noche pasada, ha cesado mas permanece aun silenciosa, despertando a cada pájaro de su nido cual dormitan.
Esqueletos de edificios, edificados en una nube de niebla mortecina, se descubre el aliento de quien por allí paso,ando se el camino y callo en pecado, confundido por el hedor sorprendido.
Ruinas de una historia marchita, ajada en el tiempo y sus esperas ,que nadie rehabilita.
Es la morada del mar, mi mar que aquieta mi alma,
disipa mis dudas, mis necias palabras maduran a su paso, ancladas en la orilla.
Los tejados desgañitan por encima de la ciudad sumergida en la nostalgia, de un paseo lejos, donde nadie pudiera alcanzar mi secreto.
Una diadema de recuerdos oprimen mi corazón enfermo, vástago de sentir el desaliento de mi mirada vacía,
y las cuencas de mis ojos, ya no tienen vida.
Apunta el nuevo día, como si de una composición artística  se tratara, de colores confundida con paseantes vacíos de oscuridad y olvidados destierros.
Desterrados al montículo de los libros, asediados por el masticado olvido del encierro de un sueño, tan profundo,
que no hubo nadie que despertara, aquel semblante taciturno despedido por el cielo.
Cortinas de piedras se diseminan por el ancho mar, franja de barcos con faroles al viento.

Y despierto entre sudores y encuentros de amores tardíos, y obsoletos cual objetos de un museo, donde alcanzarlos es solo un vago recuerdo...María